martes, mayo 19, 2009
Quizás descubriste tus otras dimensiones en el beso de los caracoles del patio de la abuela….De niño jugabas con ellos y te hacía feliz creer que no se te despegaban de los dedos, “porque te querían mucho…”
También se asoman en mi memoria los asombros que compartimos al conocer los cóndores del Zoológico de Montevideo, camino que nos llevó a conocer años más tarde, a Combatiente, el cóndor del Pico Mucubají… De repente, fue el rugir diario del León que puntualmente nos anunciaba el amanecer en la barriada del Abuelo Uruguayo.
Pudo haber sido el regalo que te di en tus cuatro años, las dos cacatúas que aún viven llenas de color y sonido en el patio de los loros y del guacamayo que grita en voz grave…PAAABLLLLLIoOOOOO…
Pudieron ser los delfines de Cartagena, o los tucanes o los monos que conocimos frente a sus costas, cuando visitamos las islas San Bernardo después de la travesía a golpes de olas hasta llegar a esa playa…
Quizás fueron los cangrejos de la sopa de Jorge Quintero…que mirabas con curiosidad…como queriendo pescarlos vivos en el plato…
Pudo haber sido ese empeño de acercarnos a los elefantes de los circos que visitaban Maracaibo…Y a quienes llevábamos guineos…O quizás fue el pobre oso encadenado que miraba triste a cada niño que posaba para la foto...
Tal vez fue el mochuelo y la lagartija, el Halcón y la paraulata que buscaban camorra en pleno vuelo, y la culebrita de la Ciudad Universitaria que vimos algunas veces cuando te llevaba y te iba a buscar…en ese trayecto entre Humanidades, Dirección de Cultura y la Cancha de Beisbol…
Tal vez fue el mochuelo y la lagartija, el Halcón y la paraulata que buscaban camorra en pleno vuelo, y la culebrita de la Ciudad Universitaria que vimos algunas veces cuando te llevaba y te iba a buscar…en ese trayecto entre Humanidades, Dirección de Cultura y la Cancha de Beisbol…
No sé si fue el viaje a la Selva, al lado de Maicol, lejos de tu madre cuando a penas cumplías los doce…o el canto de la rana minúscula que solo vos sabías encontrar en el patio de la abuela…o quizás fue Alicia, la lechuza, que se salvó gracias al empeño de hacerla comer, y que luego vivió en el árbol de mango de la abuela, ése que tanto escalaste y escalais, y donde tantas iguanas viste comer sus frutos… Pudo haber sido el halcón lisiado que se quedó a vivir por tanto tiempo en la casa…o Toifel y Shila que más que perros, eran nuestros lobos.
Creo que pudo haber sido el grillo que te miraba desde la alcantarilla de La Puerta, que te atrajo de tal manera que estampó en tu frente, el más grande boliche jamás visto en la familia…
Pudieron haber sido las perezas de La Lagunita, las que te cuchichearon al oído los secretos de la vida, y detonaron la luz de tu instinto…Lo cierto es que te siento en dimensiones sabias de otros sinos, te entiendo dentro de esa sabiduría que tiene que ver con el sentir más que con el analizar, una inquietud que tiene que ver más con el hacer y con el ser, que con el cavilar, analizar y maquillar…
Lo cierto es que todos estos cuentos y detalles, se multiplican con la memoria y me remiten a aquel instante de luz que me anunció quien ibas a ser…A los cuatro años, justo a esa edad, me dijiste que no me preocupara por la muerte de la mariposa que estaba en la acera…Porque ella vivía quizás horas, pero que eso era como vivir toda la vida… Al escucharte supe que estabas sumergido en esa inteligencia natural, holística, integradora, de nuevo aliento y nueva era…Una visión, misión y vida distintas que más que luchar por la revolución social, quería luchar por la revolución vital, planetaria, ecológica, que incluyera a la vida por entero..que se alejara de la individualidad y antropocentrismo.
Este texto no quiere ser un mensaje poético, o un análisis de palabras rebuscadas…Es mi manera de recontar la contentura de tenerte, saberte y entenderte…Y de celebrar tu llegada al mundo, y que de alguna manera sigo formando de tu historia que apenas comienza su trayecto, más libre, más bueno, más sabio…
Te quiero hijo
FELIZ CUMPLEAÑO
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