viernes, septiembre 01, 2006
TEXERE
Se funda como taller de experimentación en momentos de júbilos estudiantiles en la década de los 80, específicamente en el año 1987.
Texere es el vocablo latino que da origen a la palabra TEJIDO y TEXTURA, urdimbre, entrevero, mixtura, trama, taracea de materiales que permiten un canto cósmico. Así, con nuestra propuesta tiene que Vasconcelos, tiene que ver el mestizaje, tiene que la amalgama de culturas que se vinieron en dolor y diáspora de diversos continentes...
Texere es un camino fundado desde el ánimo y compromiso de militantes de la esperanza revolucionaria, que tenían como inspiración al Che Guevara, a José Martí, a Sandino, a Silvio Rodríguez, a Alí Primera, a Víctor Jara, a Violeta Parra, a todos los juglares y guerrilleros que en este mundo venían matando y muriendo por amor..
Este canto militante en la estética como “ética del alma”, se fue volviendo canción. Compartimos la inquietud con muchos de los que han circulado por TEXERE, compañeros cercanos de labores y poesías.
Así, desde las militancias de nuestro país, TEXERE bebió del canto gestado en Alí Primera, primer ideólogo de la canción necesaria; de Gloria Martín, analista y seguidora de la historia de nuestros cantos y creadores; de Lilia Vera, garante de la dignidad y la ética de este canto de verdades...y tantos otros. Todos veníamos militando y disparando con nuestras armas de “construcción masiva” contra una democracia hipócrita y asesina de primaveras, y nos solidarizamos con los pueblos de Centroamérica al lado de Esther María Osses, y con los juglares sandinistas como los hermanos Mejía Godoy...o Amparo Ochoa y Gabino Palomares de México, o Yolocamba Ita del Frente Farabundo Martí de El Salvador; con los pueblos de Sur en los cantos chilenos de Violeta Parra, Víctor Jara, Quilapayún, Inti Illimani...entre otros; con Atahualpa Yupanqui, Cafrune, Mercedes de Argentina; con ZItarrosa, Viglietti, Los Olimareños del Uruguay, con todos los que alimentaron la cantoría militante que dejó de ser contemplativa alrededor de los años 60, para describir, narrar y defender a los marginados del mundo.
Nace el canto y la poesía de TEXERE de ese pensamiento y de esa estética latinoamericana que a raíz de los timbres de la canción híbrida de nuestro continente, acompañada con laúdes, guitarras, tiples, tres, o cuatros, sirvió de soporte para cantar las verdades y las memorias, las tradiciones y los perfiles, las vivencias y los cuentos, los sufrimientos y las alegrías en cada rincón de nuestros pueblos.
Quince años entretejiendo duendes...
Un día partí de mi ciudad. Era el año 1987. Mis amigos cantores y yo coincidíamos en querencias y compromisos. Con Alí Primera y la Nueva Trova Cubana, con Chico Buarque y Mercedes Sosa, con Viglietti, Benedetti y Zitarrosa, con la Viola Chilensis y Víctor Jara habíamos florecido en versos y trovas, y alumbrados de cantores y juglares, vibramos en cada recodo de nuestra universidad convulsionada, hoy críticamente apaciguada y al margen de la vida que nos llama en auxilio interminable. También convivíamos con las raídas paredes de nuestro centro de memorias después de la piqueta, y transitábamos el mercado que se vaciaba de griterías y emprendía su periplo para convertirse en Centro de Arte; con dificultad mirábamos el malecón que se hacía inalcanzable al tiempo que las piraguas se extinguían. Sentíamos la belleza de los palafitos del Indio Miguel y Chevoche, y de los pueblos de agua de Simón y Pedro Palmar...Nos alimentábamos con cada matiz y cada textura, con cada color y cada sonido...Así, nuestro pueblo de luz fue aclarándonos lenguajes y propuestas... Habíamos curtido nuestras pieles con el sol de nuestro lar y ya cantábamos nuestras cadencias y voseos con acento particular, en un canto integrador que iba de México a la Patagonia... Cantamos en el Instituto Venezolano Cubano de Amistad, en l Federación de Maestros, en la ULA, en la Concha Acústica de la Plaza Urdaneta, en el viejo y maltrecho Teatro Baralt, en el Auditorio de Ingeniería...
Los ojos del asombro servían de conducto para llenarnos los adentros con lago, puerto, gente, zaguanes, orillas, injusticias y avatares de pueblo herido y siempre cantor...La piel estaba entrenada de vida y preñados estaban los cuerpos de canciones y vivencias... Preparamos un concierto que el 27 de septiembre nacía con el nombre de TEXERE en el Teatro de Bellas Artes; el 4 de octubre lo repetimos en el Auditorio Alí Primera...Yo me despedía del mundo universitario y trovador que me albergaba, y emprendía viaje a tierras del sur; pero en Maracaibo un canto nunca más se apagaría, a pesar de todo o a pesar de nada.
Yuxtapuesto, híbrido, discontinuo, antiacadémico, poeta, pueblo, irregular, mestizo, terco, creador, irreverente, arriesgado, vinculador, universitario, comprometido, antineutral, solidario, intenso...
TEXERE en todas sus manifestaciones estalla en vida y sudores, en entrega y fe por un mundo mejor justo, libre y por ende, pletórico de paz.
Permítanme este rosario de alegría en profundo agradecimiento:
Ángel Sarmiento, Evy Ferrer, Diana Carolina Acosta, Nayim Torres, Álvaro Barros, Ángel Erazo, Ariel Donoso, a Israel Colina y Gustavo Colina, Néstor Gutiérrez, a Marcos Machado, Carlos Otero, Cástor Núñez, Rederick Castellanos, Manuel Araujo, Gisela Faría y su familia, Argenis Peña, Eladio Oduber, Obert Rincón, Andrehína Hernández, Andrés Hernández, Juan Pablo y Juan Luis Martínez, a Gustavo y Edison Martínez, Pedro y Roberto Palomares, Olesky Miranda, Luis Torres, Eduardo Bracho, Campos Elías, Fernando Arismendi, Isaac López, y un infinito abrazo a César Morao que entre sonrisas y visiones se cuela como referencia puntual de amigo, por encima de todo...
A la Dirección de Cultura de LUZ y su Departamento de Música y Artes Escénicas, a la Dirección de Cultura de la Alcaldía que albergó por un tiempo nuestros ejercicios, al Colegio de Sociólogos que sirvió de sede por unos meses, colegio Cagigal que vio nacer en ensayos muchas reflexiones, a Tiquiba de Pueblo Nuevo, Mucuglifo de Mérida, a la Cátedra Martinana de Venezuela, a Fe y Alegría de Latinoamérica, a Banco Mara y su empeño de arte, y a todos los que creen en el canto necesario...
Gracias a nuestras hijos Pablo, Manuel, Luis, Salomé, a nuestros compañeros, a nuestras familias que trovan en cada una de nuestras notas, a la Universidad del Zulia y a sus habitantes, a su ideario lossadiano que garantiza la poesía en compromiso que hoy cada integrante de TEXERE conjuga sin temblores ni dudas...
Todos “honran la vida...”
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario