Uno de los ruidos que hasta ahora no hemos corregido desde nuestro ejercicio periodístico revolucionario (que debe apuntar hacia la reivindicación del uso del lenguaje)...es el manejo autodestructivo del lenguaje, y la ligereza con que asumimos y naturalizamos el desastre. Nada se resuelve en el campo del simulacro, del publicismo, del cascarón, sin ir al fondo...Evitar tomar a la ligera el uso del pensamiento-palabra, en la prensa, la tv y la radio...debe ser tarea número uno-
Asumir como estrategia de fondo, la preocupación por la manera negligencia con que nuestros locutores, reporteros, anclas, asumen su labor, no parece ser importante para nuestra política comunicacional. Hasta ahora, "mejoramos" las formas, pero poco nos importa la tragedia de sentir y escuchar un rosario de disparates las 24 horas del día en nuestros medios...Debemos impedir que la palabra se empobrezca en el uso y mal uso de su belleza y significación...
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