martes, mayo 08, 2007

Palabras de arrabal


Muchos que no están, están aquí; sentados en la mesa de las memorias, alzando la copa de la vida, al lado de Felipe, Ricardo y el Inquieto Anacovero…
Por allí escucho la voz de Cheo GOnzález, que con la Chicha a su lado, nos palabrea una vez más el poema del Chino Vidal.

Está también el Gordo Páez, mientras se le sale una lágrima (otra más), por la despedida que no fue; y canta, por esta vez, el bolero triste y sonriente de su vida de combate.

Muchos se encuentran como en su casa; hasta el abuelo "Bolivita" sonríe, y comparte el despecho que triunfa y hace que el corazón se desangre de canciones.

Está el tío Ángel, fumando por convicción, refunfuñando de sabiduría y fe, contra todo aquel que bendiga la vida.

Están los sueños de los abuelos del adiós prematuro, de todas las generaciones que corren por la sangre caribeña, andina y amazónica que revienta en gargantas tensas y transgresoras, en trovas de siempre….

Nos reconocemos, conversamos con los muertos (tan vivos) de la calle Jaén de La Paz, o de la esquina de Triana de El Empedrao(donde nació la abuela) o en la Calle Pichincha (donde mi tía Pilar se asoma) que se empina desde la ciudad del Sol Amada hasta la luna llena del invierto paceño… Se llaman así, igual, aquí y allá, porque son la misma calle y los mismos recodos que nos llevan los pasos hasta el arrabal compartido de las noches sudamericanas...

Están todos convidados a esta fiesta de tiempos y destiempos marcada por las agujas del reloj, que en su con-fusión, nos reúne a todos y todas en el mismo bar, a la orilla del lago Titicaca o del lago Coquivacoa, a 5 o a 40 grados a la sombra, en la misma noche de extremos, cantando el arrabal, la rocola, los bajos fondos, el burdel, la luna llena de nuestra identidad amorosa…

Salud por todos y por todas…. a la hora de cantar un bolero...

Fotografía: Yolanda Delgado

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