Libro del té
Okakura Kakuzo
1906

Colección La Aljaba, Editorial Azul
Barcelona, 2001


Cuentan los taoístas que en el gran comienzo del No-Comienzo, Espíritu y Materia se trabaron en mortal combate. Finalmente el Emperador Amarillo, el Sol del Cielo, triunfó sobre Shuhyung, demonio de las tinieblas y de la tierra. El titán, en su agonía, golpeó su cabeza contra la bóveda solar e hizo estallar en fragmentos la cúpula de jade. Las estrellas perdieron sus nidos, la luna viajó a la ventura por los abismos salvajes de la noche. Desesperado, el Emperador Amarillo buscó a diestro y siniestro as los reparadores de los cielos. Su búsqueda no fue vana. De las profundidades del Mar del Este surgió una Reina, la divina Niuka, coronada de cuernos y con cola de dragón, resplandeciente en su armadura de fuego. Soldó el arco iris de cinco colores en su caldero mágico y reedificó el cielo chino. Pero también se cuenta que Niuka olvidó rellenar dos pequeñas grietas en el firmamento. Así empezó el dualismo del amor - dos almas rodando a través del espacio sin reposo hasta conseguir unirse y de esta manea completar el universo. Cada uno debe edificar nuevamente su cielo de paz y de esperanzo.

El cielo de la humanidad contemporánea se encuentra destrozado a causa de la lucha por la riqueza y el poder. El mundo avanza a tientas en las sombras del egoísmo y la vulgaridad. El conocimiento se adquiere a cambio de una mala conciencia, la benevolencia se practica con vista a su utilidad. Oriente y Occidente, como dragones debatiéndose en un mar agitado, se esfuerzan vanamente por recuperarla joya de la vida. Tenemos necesidad de Niuka nuevamente para reparar el gran desastre; esperamos el gran Avatar.

Mientras, tomemos un sorbo de té. El resplandor del atardecer alumbra los bambúes, las fuentes burbujean placenteras, en la tetera se escucha el susurro de los pinos.
Permítasenos soñar con lo que se desvanece y demorarnos en la hermosa simplicidad de las cosas (Kakuzo, 2001:20 y 21)

Sublime y pronfudamente sencilla la crónica que hoy quiero compartir con todos y todas...
Okakura a principios del siglo XX, vislumbraba la tragedia de un pasaje que reunía toda la mala conciencia acumulada por siglos de codicia, en una cultura que gira y gira en torno a la avaricia...al hombre que devora y devora primaveras desde que se fundó como centro de la vida...
Nos invita al sorbo de té...mientras se repara el cielo del mundo...